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Evitar el trabajo es uno de los mejores indicadores del estado deteriorado de la personalidad de alguien. (Una personalidad aberrada es aquella que se caracteriza o está influenciada por un alejamiento del pensamiento o conducta racional.) Tenemos dos denominadores comunes a todas las personalidades aberradas: uno de ellos es el terror a trabajar y el otro es el terror al dolor. La gente que sólo está algo fuera de tiempo presente, es decir, gente a quien se clasifica como cuerda, ya ha empezado a disculparse acerca del trabajo, pues trabaja por la recompensa final y ya no considera que la realización del esfuerzo y el logro de las metas en sí, valgan la pena. Por lo tanto, toda la red de gratitud o admiración como pago que se exige por la energía que se emplea. La demanda de gratitud por parte de los padres, a menudo se refleja en una persona seriamente aberrada, quien tiende a sentir que nunca puede devolver a sus padres los enormes favores que le hicieron con el trabajo que le dedicaron. De hecho, no necesitan que se les pague, puesto que, rotundamente, si el trabajo de criarlo no fue recompensa suficiente, no hay forma alguna de pagarles; en otras palabras, no podrían aceptar el pago.
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